Una niña me sigue

Me mudé hace ya casi un año.

Toda la vida he sentido y visto cosas que la mayor parte de la gente normal no ve ni siente. Es por eso que no me considero normal, en comparación con los demás.

Mi tío y mi madre me tildan de niña índigo; mi padre de loca; mi profesor de religión y mi abuela piensan que soy satánica; y mis amigos simplemente me llaman rara. Pero ese no es el punto.

Les quiero contar que además de sufrir parálisis del sueño, hay una niña que me sigue desde que yo era muy pequeña, se podría decir que desde que tengo uso de razón. Esta niña no debe tener más de nueve años de edad. Lleva un vestido color claro y cabello oscuro hasta los hombros.

Se supone que debería ser un ente benigno, pero me causa mucho temor. Siempre está observándome y siguiéndome. No sé de donde viene, no sé quién es; no sé si es la misma que me jala el cabello cuando me siento de espaldas, pegada a la pared.

Ya cumpliré 16 años y la veo cada vez menos. Recuerdo que, cuando era pequeña, ella me observaba desde un punto oscuro en mi habitación, y siempre me seguía cuando iba al baño durante la noche.

También recuerdo que hace mucho mi madre compró una máquina de coser y la instaló en el comedor. Entre la máquina y la pared quedaba un espacio de no más de 30 o 40 centímetros. Ese mismo día, mi madre me llamó casi con un grito; me dijo que en el espacio que quedaba entre la pared y la máquina había una niña. Mi madre dijo que creyó que era yo.

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